18 de agosto de 2006

Vacaciones 2

A la vuelta de Galicia, nos fuimos unos días a la Alberca, en Salamanca. Fuimos al Hotel Dña Teresa (que ya conocía por haber estado hace unos cuantos años con mis padres, mi hermana (cuando me hablaban) y mis abuelos :(... Me gustó mucho y tenía pendiente volver con mi pareja), en pensión completa pues allí se come de lujo, y por lo que nos costaría comer cada día a nuestro aire, nos salía más a cuenta comer allí (que rico estaba todo!).
El hotel tiene las fachadas típicas de las construcciones del pueblo, piedras y madera. Todo muy medieval y muy cuidado. Fuera del complejo del Hotel, se encuentra la piscina, que tiene apariencia de lago y es un sitio muy bonito y tranquilo.
Como todos los hoteles tiene una amplia oferta de ocio, de la que participé haciendo una ruta en quad. Eran unos Honda de 250cc, y que tiraban que daba gusto, eso si, al finalizar la ruta, estábamos grises del polvo de los caminos.

Recorrer las calles de la Alberca te llena de sensaciones, por lo menos a mí, que me imagino a caballeros, soldados, judíos, árabes... de la época medieval caminando por allí.
Hay que ver las calles, estrechas, empedradas, con las irregulares casas limitandolas.
No entiendo de arquitectura, pero por lo que ví, es típico el uso muros levantados a base de piedras y entramados de madera, que en cada altura van aumentando de tamaño, por lo que muchas las casas tienden a juntarse en las alturas con sus vecinas.
A parte de todo esto, está el parque natural de la Batuecas, un espacio natural protegido, con multitud de rutas, en el que se pueden encontrar facilmente cabras montesas, conejos, corzos, topos, águilas reales, búhos, buitres leonados y negros (buitres claro). Se dice que en tiempos hubo en el Valle de Las Batuecas lobos y osos, pero de eso nada queda ahora... o por lo menos que yo sepa.

Otro punto de interés es la Peña de Francia desde donde se otea gran parte de la provincia de Salamanca en unas maravillosas vistas. Pero lo más curioso de este rincón, habitado por cabras montesas, zorros y linces, es que sirve también de morada para la Virgen de la Peña de Francia, un santuario construido como un refugio de alta montaña. Hace tres años y pico, pasamos por allí después de un fin de semana en Ciudad Rodrigo (que también merece la pena visitar) y fué donde le pedí a mi mujer que nos casáramos.

Como conclusión: Un sitio altamente recomendable para relajarse y para hacer turismo rústico. A parte del hotel existen varias casas rurales y hostales, pero hay que buscar ofertas pues el pueblo, al ser monumento histórico tiene los alojamientos caros.

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