16 de abril de 2011

Días de moto

Hace no demasiado, hablo de un par de semanas, me han entregado mi nueva moto. Un capricho, podréis pensar, una tontería... Pero no, podría decirse que era una necesidad de cambio, un nuevo elemento en mi vida.
Siempre he pensado que las motos son un transporte rápido y cómodo, de hecho cuando tuve mi primera moto así lo pensaba, hasta que llegaron las temperaturas extremas: frío y calor. Con el frío, dejaba de sentir los dedos y a veces hasta las piernas, y con el calor la cabeza dentro del casco, era como un pavo al horno. También debo decir que mi equipamiento era bastante rudimentario, y nada específico para moto. El caso es que los contras vencieron a los pros, y me deshice de ella, pero en seguida eche de menos la libertad que te daba.

Ahora, con esta nueva moto, algo más potente que la anterior, me he podido plantear subir a la sierra con ella, en principio con la intención de hacerle el rodaje, pero notar el motor debajo de mí, la potencia contenida, la sensación de libertad aún mayor, el agarre de la moto, la postura... Todo, ha hecho que mi opinión cambie. Tiene "algo" que hace que te dejes llevar, que hagas tumbadas (aún tímidas, pues estoy haciéndome a ella), que reduzcas con el motor sólo para escuchar como suena, los paisajes pasando ante tus ojos... Es difícil de explicar si nunca lo has vivido, pero podríamos decir que es la sensación del viento sobre uno mismo, la sensación de velocidad (aunque no vayas tan rápido) es eso lo que te engancha. Vamos, que es un vicio y del que me he enganchado.